martes, 8 de marzo de 2011

Qué envidia ver jugar al Barça

La verdad es que este año no me pierdo un partido del Barça. No es porque me caiga bien el Barça, que sí, me cae bien. No es por la emoción de la liga o de la Champions, que también. Realmente es porque me gusta el fútbol. Y la mejor forma de ver fútbol es ver jugar al Barça.
Es impresionante todo en el juego del Barça. El toque de balón en el centro del campo es impresionante. La calma con la que se zafan de los rivales. La precisión de cada pase. La forma de desmarcarse sin balón para que siempre haya más de una opción de pase. Los regates en un palmo de terreno.
Pero cuando deciden ir al ataque, a todo eso se suma una velocidad de vértigo que hace a los contrarios perseguir fantasmas y agotarse corriendo sin casi ver el balón. Los desmarques de los extremos, la incorporación de los laterales, las maravillas de Messi, la forma de cambiar la velocidad al juego.
A la hora de defender es impresionante ver como defienden todos, la forma de tapar los pases del contrario, la presión asfixiante sin hacer faltas, la superioridad en la disputa de los balones, la forma de cubrir los huecos, los rechaces, ...
Resumiendo, mucha envidia. Igual es imposible, pero ... ¿Cuándo veremos jugar al Atleti a algo parecido?

1 comentario:

  1. ¿Que cuándo veremos al Aleti jugar a algo parecido? Pues cuando haya una filosofía de juego desde las Categorías inferiores. En la Masía, los chavales, cuando dan el salto al B, ya saben lo que tienen que hacer en cada momento. Y los del B, lo mismo cuando suben al primer equipo. ¿O creemos que los Piqué, Busquets, etc. son superdotados que han interiorizado cada movimiento en 2 meses? Ese es el tema: 1) Una filosofía de juego. 2) Aplicarla a TODAS las Categorías, desde Infantiles. 3) Fichar en base a esa filosofía chavales con determinados perfiles.

    En cuanto al juego del Barça, es pura seda. Una maravilla. Lo mejor que se ha visto. Una orquesta que funciona como un reloj suizo. Sin embargo, a mí no me cae nada bien como Institución. El maldito nacionalimo aldeano que lo impregna lo hace desagradable. Una lástima...

    Por cierto: he disfrutado con cada fallo de Afellay. Rencor barato. Lo reconozco...

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